domingo, 17 de agosto de 2008

Polemica en el boxeo olimpico


México, cerca de medalla

Siguiendo con mucha atención el actual boxeo olímpico hemos lamentado la forma como los directivos anteriores lo han dañado con reglas “fantasmas” y la famosa maquinita poncha teclas para marcar sólo los golpes conectados, 90% de los cuales los jueces no ven, haciendo que el público esté más atento de los puntos en el marcador que en la acción misma.

Así como también el número de referees incompetentes o mal intencionados que han ido denigrando el deporte, herido a muchos aficionados de los países no favorecidos, trayendo un gran desprestigio por las acusaciones de corrupción vergonzosa en los Juegos de por lo menos los últimos 20 años, al grado que el boxeo olímpico de hoy dista mucho de los años de gloria, pues ahora ya no existe el boxeo del arte de la defensa personal, de la habilidad boxística y estamos viendo casi a puros tira golpes, quienes en forma sólida o sólo de toque, tratan de conectar sólo a la cara del rival como la única forma actual de lograr puntos, pues esta “reglita” de las maquinitas, ha mecanizado al deporte con dedazos de jueces en los que tres deben coincidir para lograr un punto, y yo pregunto a ustedes: ¿cómo es posible que una pelea de cuatro rounds, cuando ambos peleadores se tiran más de 300 golpes, los jueces sólo marquen un resultado de 6 a 2? ¡Como si sólo se hubiesen conectado 8 golpes ambos boxeadores! ¡Por favor... Mejor nos vamos a los guantes de oro en la Coliseo!

El boxeo Olímpico ha sido la universidad del boxeo mundial; Olímpicos han sido Muhammad Alí, cuando era Cassius Clay; Ray Leonard, Lennox Lewis, Óscar de la Hoya, Nino Benvenuti, George Foreman, Michael y Leon Spinks, Meldrick Taylor, nuestro coterráneo Ricardo Delgado, y tantos otros quienes de ahí, del Olimpo, subieron a conquistar la gloria del boxeo profesional y quienes estoy seguro están ahora tapándose la cara de vergüenza por ver hasta donde ha bajado la clase del boxeo, donde ellos ganaron sus medallas olímpicas.

Volviendo a Beijing, la derrota del mexicano Francisco Vargas fue un atraco y su rival, el rumano Popescu, “de colmillo muy largo”, debió ser descalificado por un referee que nunca amonestó al rumano por tantos abrazos, carreras y forzar contra las cuerdas al mexicano hasta agarrando las cuerdas con sus guantes con Vargas enmedio y el colmo, se la pasó amonestando al mexicano, quien así menos podía descifrar ese crucigrama invento de boxeador. Menos mal que el tamaulipeco Santos, dio otra campanada de orgullo para los mexicanos, cuando venció claramente a su rival tunecino, y mostrando además su experiencia, valentía e inteligencia, pues él impuso su pelea sobre el rival a base de ir para adelante, tirando constantemente golpes en ráfagas encontrando huecos en la cara de su rival intercambiados con golpes al cuerpo, que aunque sin contar en las tarjetas de los jueces, le sirvieron para abrir la guardia de su rival y conectarlo principalmente con su derecha. Santos mostró su experiencia al saberse delante en la puntuaciones, cambió su estilo y guardia en el último round alejándose de su rival con sus guantes tapándose su cara, conociendo que ahí es donde los jueces hacen su aritmética.

Como me desvelé toda la noche viendo a los mexicanos por TV, fui a la cama feliz por ese triunfo de mi paisano tamaulipeco, quien está ya a sólo un triunfo de hacer bueno mi pronóstico de una medalla del boxeo para México... Ya está mi veladora a los pies de nuestra Virgencita de Guadalupe, en oración por el futuro triunfo contra el francés, como lo hacía en su tiempo el idolazo Raúl Ratón Macías. Santos vencerá al francés si sale a tirar golpes como molino de viento por ráfagas, en forma inteligente y con ese corazón gigante de mexicano que carga en su pecho.

El presidente de la AIBA, el prestigiado taiwanés Dr. Wu, tiene mucho trabajo por delante, tras haber sido elegido presidente sólo el año pasado, pues debe entregar lo mejor de sí mismo para volver a conquistar el respeto del mundo hacia el boxeo Olímpico imponiendo el precepto de la justicia de que el ganador de la pelea debe ser el mismo que el ganador en las tarjetas de los jueces, sin olvidar la prioridad de cuidar la salud del boxeador.

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